martes, 24 de octubre de 2017

DÍA DE LA BIBLIOTECA.

Empecé a ir a la biblioteca de muy pequeña. A la municipal. Situada entonces en la segunda planta del Ayuntamiento de mi pequeña ciudad de provincias. Recuerdo cuando me hice el carnet y me dijeron que podía llevarme los libros a casa. Vaya sorpresa. Creo que mis primeros fueron un Astérix y un libro de cuentos de Perrault o puede que de los hermanos Grimm. Me sigue gustando Astérix y me siguen gustando los cuentos.
No puedo describir la sensación de tener todo aquel poder a mi alrededor. Eran pequeñas ventanas a todo el mundo y a todos los tiempos. Y el aroma. El olor de los libros siempre ha sido mi perfume favorito. Aunque estaba y está prohibidísimo escribir en los libros, alguno de mis mejores recuerdos es estar leyendo una novela y ver subrayada alguna frase de algún lector anterior a mí. Y si la frase también me conmovía era como si hubiera estrechado un vínculo con esa persona anónima. Recuerdo quedarme leyendo hasta que cerraban. Recuerdo cuando en tiempo de exámenes me miraba las estanterías de novela que tenía aplazadas hasta terminar y pensaba: sólo una semana más y ya puedo volver a leer. Casi nunca lo cumplía y por la noche antes de irme a dormir cogía una historia y leía, aún lo hago, una página de ficción. Para que me acompañe y me guíe los sueños.
De mi afición a las bibliotecas vino mi amor por las viejas librerías. Me encantan los libros de segunda mano. Siempre creo que tienen, a parte de la historia que te están contando, los sentimientos de las otras personas que los leyeron antes que tú.
Creo firmemente que las bibliotecas deberían estar abiertas las 24 horas del día. Me imagino en las noches de insomnio, sobre todo en verano, vistiéndome y cruzando el río, yendo a la biblioteca que ahora está enfrente de mi casa. Encontrar allí otras almas insomnes y silenciosas que buscan billetes para viajar.
Es el poder de las palabras. Que cuando están bien ordenadas pueden hacerte sentir lo inimaginable. Que pueden ponerte en contacto con sentimientos que no sabías que tenías. O pueden descubrirte almas gemelas que leen las historias igual que tú.
Leed, viajad en el tiempo y en el espacio, disfrutad de las historias y sentid lo que sintieron otros. Y naturalmente, sed felices.




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