lunes, 12 de marzo de 2018

LUNES


Siempre he creído que la felicidad es algo demasiado valioso como para ponerlo en manos de alguien que no seas tú. Nuestra felicidad es una caja con material sensible y que debe ser manipulada sólo por nosotros. Hoy me he despertado feliz. Seguro que gracias al sueño que he tenido, el cual no recuerdo en absoluto, pero ha cumplido  la función de poner mi cerebro en forma para empezar la semana. Es verdad que por mi mente al segundo de despertarme ha pasado un pensamiento fugaz y llameante como un rayo en verano: “Que día tan fantástico, a ver cuánto tarda alguien en estropearlo”. Y después he pensado, pues no te dejes. De momento lo estoy consiguiendo. No odio especialmente los lunes. Los considero una libreta por estrenar. De hecho había puesto ciertas esperanzas en esta libreta nueva, ya que la vieja acabó un poco hecha polvo al terminarla. Pero estoy en fase “wait and see”. Así que voy a dejarme sorprender. Aunque no odie los lunes, es verdad que suelo mirarlos de reojo por aquello de “a ver con que me sales hoy”. Pero más que nada por el mal humor de la gente a mi alrededor.
Esta mañana, mientras tomaba café y leía las noticias, me ha llegado un mensaje que me ha hecho ilusión. Era un paisaje de una puesta de sol. Resulta que era de Sitges, mi lugar fetiche y he pensado que era un buen presagio. Dudo que quien me lo ha enviado me conozca lo suficiente como para saber que este lugar es especial para mí. Pero tampoco sabe el momento oportuno en el que ha llegado. En medio de las noticias nefastas del día, la puesta de sol naranja era como un recordatorio de que en el mundo aún existe la perfección.
Para mí, lo bueno de nuestra era, es la ventana al mundo que suponen las nuevas tecnologías. Hace poco hablaba con una amiga que está en la fase inicial de un enamoramiento que empezó de forma telemática. Comentamos lo fácil que le ha resultado llegar a cierto nivel de intimidad gracias a la mensajería instantánea. Sí, el progreso a veces no es tan distópico como solía creer de pequeña. Aún así, debo reconocer que las nuevas tecnologías me han hecho conocer más al ser humano. Y no siempre para bien. Si ayer te dabas una vuelta por twitter te llevabas las manos a la cabeza ante las hordas enfurecidas, que antorcha en mano, pedían pena de muerte a la asesina del niño de Almería. También la cosa derivaba en comentarios racistas y en contra de la inmigración. A veces internet puede abrir las puertas del infierno y dejar que los demonios se paseen libremente por las redes. Ayer twitter era un cajón de sastre donde todo cabía: dolor, decepción, odio y venganza. Pero no quiero hablar del tema. No suelo entrar en juicios paralelos y creo que todo debe seguir en manos de la justicia.
Naturalmente todo es bueno y malo a la vez, siempre depende del uso que le des.
Si antes he comentado que hoy una foto me ha alegrado el día, debo reconocer que soy más que adicta a las palabras que lo hacen. Hay frases que recibes y se quedan contigo muchas horas, actuando como amuleto contra todo lo malo, también de noche duermen en tu almohada ahuyentando las pesadillas que te amenazan. Es curioso que el ser humano tenga tanto poder. Estás a un click de alegrar el día a alguien o de arruinárselo. Depende sólo de ti. Pero hoy voy a focalizar lo bueno. A pesar de todo. De que aún haga frío y de que mañana será martes y 13. De que el hombre sigue siendo un lobo para el hombre. Pero al mismo tiempo, debo recordarme a mí misma que también está lo que brilla. Lo que vale la pena de verdad. La luz de primavera. Los “te quiero”. Los cafés con charlas interesantes. Las fotos inesperadas. Las canciones que te hacen sacar el móvil para saber de quién son. Los momentos en que ves algo que crees que el mundo entero se acaba de perder y te sientes privilegiada, como si hubieras abierto una ventana a lo escondido. Y el azar que a veces, sólo a veces te trae sorpresas que cambian el rumbo de tu día o de tu vida.
La felicidad no es complicada, sólo que a menudo no la dejamos entrar. Como se que absolutamente nadie escucha la música que cuelgo, he decidido poner algo que al menos a mí, me pone de buen humor. Nina Simone y “feeling good”. Sed felices.




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