lunes, 26 de febrero de 2018

LA BESTIA DEL ESTE. NIEVE A COTA 0.


Hoy no me concentro demasiado. Creo que he pasado a un mundo paralelo donde la gente sólo habla del frío. Estoy segura que detrás de toda esta charla fatalista, existe un código y que en cuanto lo descifremos descubriremos un mensaje alienígena o el secreto del sentido de la vida. No puede ser que todos los que me han hablado del tiempo hoy lo hicieran en sentido literal. Me doy cuenta que conozco a gente muy aburrida.
Parece que va a visitarnos un fenómeno meteorológico al que han bautizado con el tranquilizador nombre de “Beast from the East”. Para los más entendidos en el tiempo entre los que nos contamos yo, los jubilados y los esquiadores, diré que se trata de una masa de aire siberiano que cual furioso Atila hiela todo lo que encuentra y que parece que va a chocar con una masa de aire caliente procedente del Atlántico. Y ahí es donde llega la precipitación, la psicosis y los hombres del tiempo estresados.
El fantasma de la nieve en zonas como mi casa donde no suele visitarnos (ni lo hará esta vez, lo siento por mis alumnos que ya se imaginan en un paisaje de Dickens, o lo harían si supieran quien es Dickens) es esperada con distintos ánimos. Esta mañana en la barra del bar donde he tomado café creo que he oído la palabra “nieve” unas 3500 veces, más que menos. Veo pasar por la ventana a señoras cargadas con el carro de la compra como si en lugar de precipitaciones viniera el apocalipsis zombie. Incluso mi vecino antipático, en el ascensor me ha saludado y ha dicho, parece que llegan nevadas. Sin buenos días ni nada.
Voy a sacar de la ecuación las aceras que patinan, el frío, las carreteras congeladas y toda la realidad de lo que pasará si llegara a nevar, y voy a analizar por qué nos atrae tanto la nieve.
Primero, porque no estamos acostumbrados. Y nos encanta lo exótico. La nieve sólo la vemos en las películas americanas o en thrillers nórdicos. Segundo, ver nevar relaja. Sobre todo desde una ventana y bajo una manta. Hay algo mágico e hipnótico en la calma de verlo todo mientras se cubre de blanco. Después, el silencio. A veces cuando termina de nevar, llega un momento de tranquilidad absoluta en que todo parece encajar. Y más si es de noche. Creo que es un instante que si sabes apreciar puedes ver que todo es posible.
Como veis, no es que no me guste la nieve, de hecho me encanta, lo que pasa es que mi parte adulta, por un instante práctico en incómodo, se ha comido a mi lado infantil e inocente. Y pienso que es una pena. Escucho a los niños de mi clase y creo que no veo tanta ilusión en sus miradas desde antes de las vacaciones de navidad. Es por eso que a veces echo en falta ese estado de ánimo en que te alegras por absolutamente todo. Como si en un copo de nieve cupiera toda la magia que necesita el mundo.
Mientras escribo esto tengo las noticias de fondo, donde los criticadísimos hombres del tiempo insisten en que una especie de apocalipsis meteorológico está a punto de llegar. Por mi ventana brilla el sol. La verdad es que aquí podría insertar un emoticono de esos con la mirada hacia arriba, pero me he dado cuenta de que no hace falta.  
De momento es hora de escapar a tomar un café y leer el periódico que hoy aún no he podido. Os dejo hasta la próxima. Disfrutad de la nieve y el frío que queda poco para que unamos nuestras voces contra el calor. O también podéis quejaros de todo, aquí cada cual que disfrute a su manera. Os dejo con un video de esos cursis donde un señor saca un piano y se pone a tocar en medio de la calle, la gente viene, baila y vive un momento de absoluta alegría. Todos están de buen humor y la canción es mala a la par de pegadiza. El chico que canta no lo hace ni bien ni mal. ¿Por qué os pongo esta canción? Pues porque desde esta mañana que la he oído en la radio, mi cerebro está repitiéndola sin descanso. He pensado que las penas compartidas son menos penas. Sed felices. Bajo la nieve.



miércoles, 21 de febrero de 2018

FRÁGILES


Creo que uno de los peores defectos de la humanidad es dar las cosas por sentadas. Ser conscientes de todo lo que nos rodea obviamente nos abrumaría, pero pasar por la vida creyendo que todo es eterno tampoco es la mejor solución.
Paul Bowles en su libro “El cielo protector” tiene una frase que lo define perfectamente. “…todas las cosas ocurren solo un cierto número de veces, en realidad muy pocas (...) y sin embargo todo parece tan ilimitado”.
Concretamente Paul, hablaba de las veces que volveríamos a ver la luna de día, cosa que me encantó ya que tengo cierta fijación por la luna. Cuando anochece tengo la manía de buscarla en el cielo. Esta semana está creciente, me atrae especialmente esta fase, porque es la que dibujamos de pequeños en las esquinas de las hojas de los deberes. Puede que sea porque es la que sale en los cuentos que leíamos y personalmente porque me recuerda a cielos exóticos que probablemente no vea jamás o que puede que vea algún día. Cuando la luna está creciente pienso en el cielo de Tánger, en el desierto y en conversaciones de noche cerca del mar. 
Pero ¿qué pasa cuando además de la belleza del momento, damos por sentadas cosas que no son para nada seguras? Lo que no decimos hoy, lo que no hacemos, escuchamos o leemos hoy puede que no tengamos tiempo de hacerlo. En  la película “Las horas” Nicole Kidman disfrazada de Virginia Wolf, decía que alguien debía morir para que los otros apreciasen la vida. Ella mataba al poeta. No creo para nada que sea una decisión acertada, hay escasez de poetas en la vida cotidiana. Pero la entiendo, a veces el poeta debe morir. Y sólo así los demás se darán cuenta de la existencia de la poesía.
Soy, o intento ser, de naturaleza optimista, pero debo confesar que últimamente me siento un poco fastidiada. Y creo que es por la indiferencia que nos está infectando. Como si fuera un virus, somos capaces de oír o ver verdaderas salvajadas sin que nos afecten. Estoy convencida que estamos perdiendo la capacidad de sentir. Y si nos olvidamos de indignarnos ante la atrocidad y de defender lo que es justo, poco a poco me da miedo que nos olvidemos también de apreciar, de amar o de sentir el placer con todo lo bueno.
Si el dar por sentadas las cosas nos lleva a cierta apatía, ésta nos está robotizando lentamente. Y el final de la humanidad no vendrá de un desastre natural como un meteorito descontrolado o con el alarmante y real cambio climático, el final de la humanidad vendrá de la falta de sentimientos.  
Que todo sea frágil, puede asustarnos, pero precisamente que todo sea frágil es lo que lo hace precioso e inolvidable. Sea la luna en el cielo, un gato durmiendo al sol, una declaración de amor en una pizarra o un poema en el móvil.
Hace poco me quejé en una conversación de lo poco que me gusta sentirme vulnerable, pero pensándolo bien, decido que sentirse vulnerable es uno de las mejores sensaciones del mundo. Es soltarse y confiar, es no querer controlar todo y dejar que lleguen las sorpresas, aceptar las buenas y luchar contra las malas. La vulnerabilidad es un sentimiento y los sentimientos nos hacen humanos.
Esta semana os mando más deberes. Me encantaría que intentéis apreciar la fragilidad y que descubráis que dentro de un momento fugaz puede existir la eternidad. Naturalmente también quiero que sintáis amor, rabia, dulzura o descontento y que lo expreséis. Puede ser una semana interesante.Contadme y sed felices.



lunes, 12 de febrero de 2018

LO IMPORTANTE ES SER FELIZ


Si algo tiene ser una blogera semanal es la escasez de temas que te inspiren. Es mi perfecta excusa para la escucha de conversaciones en mesas ajenas. Pero hay semanas como ésta, en que el calendario te lo pone fácil y puedes hablar de San Valentín. Obviamente todo el mundo sabe ya a estas alturas eso del cura que casaba parejas por estas fechas. Los más cínicos también sabemos que esta fiesta está creada para acabar con las sobras de stock de los regalos de Navidad. Aunque hay que reconocer que se lo han currado. He visto cosas terribles en los escaparates. La ropa interior roja, los cojines en forma de corazón y las chorradas varias ocupan estos días la calle y se han creado expresamente para el 14 de febrero. Así que eso de los excedentes ha quedado ya anticuado.
No voy a hablar de esta parte. Voy a hablar de ciertas curiosidades relacionadas con el día de los enamorados, que han llamado mi atención.
Siguiendo la estela del pasado post vuelvo a oriente donde en Japón se celebra el “Tanabata” o “Fiesta de las estrellas”. No es el 14 de febrero, sino el séptimo día del séptimo mes  del calendario lunisolar, creo que eso aquí caería más bien en agosto. Eso es porque muestra cierto paralelismo con la fiesta china “La noche de los sietes” (Qi Xi, imaginadme pronunciándolo con mi estupendo acento mandarín).
Resumiré la historia: una tejedora (en algunas versiones es una princesa que teje telas maravillosas) y un pastor enamorados hasta tal punto que la pobre tejedora se me despista y empieza a desatender sus obligaciones. Naturalmente, es castigada por los dioses, como debe ser en cualquier buena leyenda que se precie. Pero siguen tan enamorados que se les permite verse una vez al año. De noche. El puente por el que se encuentran está hecho de estrellas en Japón y de Grullas en China. Hay tantas versiones de la historia como gente la ha explicado.
Hoy en día, en China se celebra el día de las habilidades y las jóvenes muestran su gracia al coser. En Japón tienen una tradición que me parece preciosa y es que escriben deseos o poemas en tiras de papel y los cuelgan de los árboles de bambú.
Pero no todo es folklore y leyendas. En Japón que son así como bastante listos  y no quieren desperdiciar una fecha tan importante como San Valentín, ese día las mujeres regalan chocolate a los hombres. ¿Y por qué? Pues porque resulta que uno de los patrocinadores/impulsores de esta fiesta es la marca de chocolates Morozoff de Kobe. Un mes después, en el “White Day”, son los hombres quienes agasajan a las mujeres con regalos de color blanco, generalmente chocolate blanco. Cosa que encuentro una injusticia, porque he probado los bombones japoneses y los de chocolate negro son infinitamente superiores.
En otras partes del mundo se celebran cosas distintas como en Perú donde suele haber bodas colectivas, en Finlandia se celebra el día de la amistad, en Dinamarca se envían textos graciosos firmados por tantos puntos como letras tenga el nombre del autor y hay que adivinar la identidad del mismo, en caso de acertar te ganas un huevo de chocolate la próxima Pascua; en Italia las mujeres deben levantarse al amanecer para cruzarse con su próximo esposo que será el primer hombre que se crucen por la calle. Por suerte aquí no es así, yo suelo ir al gimnasio antes del amanecer y puedo asegurar que a esas horas, no tienes humor para pensar en esas cosas.
Aquí nos dedicamos más a leer “memes” divertidos sobre San Ballantine’s y en mi caso a consolar a las niñas y niños de 12 años que no han recibido ninguna postal con corazoncitos. En serio. Preocupante.
De todas maneras no quiero parecer tan cínica (os aseguro que no lo soy) y os animo a que celebréis lo que queráis, el amor, la amistad o el momento. Lo importante es ser feliz, gran frase que me han dicho esta mañana. Tendría que dejaros con la canción más romántica del mundo, pero como cada uno tiene sus referentes pondré una canción de amor que me gusta y punto. Así que con un videoclip muy icónico y la estremecedora voz de Nina Simone me despido hasta la semana que viene. Enamorados o no, sed felices. Es una orden.



lunes, 5 de febrero de 2018

IKIGAI, MUSUBI Y OTROS CONCEPTOS QUE TE HARÁN SONREÍR.

Hace unos días que me llegan señales desde Japón. Todo empezó cuando la pasada semana vi una película de animación que ha tenido mucho bombo, tanto que J.J Abrahams se está planteando rodarla con actores reales. Se trata de “Your name”. Sin decir mucho de la película voy a confesar que no me entusiasmó. Diréis que el hecho de que los protagonistas fueran adolescentes me pilla un poco lejos para identificarme con ellos, pero aún así yo soy de mente abierta y no me fijo en estos detalles, empaticé incluso con Chihiro en su viaje, con Bill Murray y Scarlett Johanson en “Lost in Translation” y con el emperador Claudio en la novela de Robert Graves. Tal es mi poder. Sentir lo que sienten otros. Pero no nos desviemos. Creo que “Your name” tiene una historia interesante detrás. Pero aunque tiene grandes cosas del Japón clásico mezclado con la vida moderna, es demasiado “pop” para mí. Quería hablaros de un concepto que he investigado y que va ligado al hilo rojo que te conecta con alguien en concreto. Es el Musubi. Textualmente la abuela de la película dice:
Es la manera antigua de llamar al dios guardián de este lugar. Esa palabra tiene un profundo significado. Los hilos atacados, son 'Musubi. Las personas conectadas, son 'Musubi. La manera en que pasa el tiempo, también es  'Musubi. Todo es parte del poder de dios. Entonces los tejidos que nosotros hacemos, son el arte de dios y representan el flujo del tiempo. La manera en que convergen y la forma que toman. Sus giros, enredos, a veces se desenreda, se rompe, y luego se vuelve a unir. Eso es 'Musubi (anudamiento). Eso es el tiempo.
Me parece un gran concepto. Esto unido a los sueños intercambiados de los protagonistas, hace que pueda soportar las canciones pop adolescentes que para mí, sobran. Pero todo es cuestión de gustos. Así que si tenéis un ratito libre sentaos al sofá y ya me diréis.
Las señales nunca vienen solas, hace dos semanas entré en un Mercadona y como me esperaban dos horas de coche y no había tomado café, me dejé seducir por uno de los latte-Machta preparados de la nevera del super. Como me conozco me compré también un “capuccino” como cojín de seguridad. Y menos mal, porque a los dos sorbos pensé que el mejunje verde con leche se lo quedaran los samuráis que yo me iba a por el chocolate y café.
Resumiendo, tacho de la lista imaginaria el té machta, los snacks salados de colores que pican como si te insultaran y el sashimi. Se quedan Totoro, el Musubi y los cerezos en flor.
La otra señal de que Japón me llama, a parte de un gato con el que me cruzo cada tarde antes de las 3 detrás de mi casa y me saluda como salido de un cuento de Murakami, es la palabra que está tan de moda ahora “Ikigai”. Este término japonés está formado de la unión de las palabras “Ikiru” (vivir) y “Kai” (materialización de lo que uno espera). En muchos artículos por la red encontraréis la errónea simplificación de que Ikigai es la razón que tienes al levantarte por la mañana. Aunque algo de razón tienen, cuando lees más, ves que es algo mucho más profundo. Sacando mis humildes y torpes conclusiones creo que dicho concepto es algo más que aquello que te hace feliz, sin embargo si encuentras tu Ikigai es muy probable que seas capaz de ser absolutamente feliz. Aconsejan que debes hacerte varias preguntas como “¿Con qué actividad me pasa el tiempo volando?”, “¿Qué me gustaba de pequeño?” o “¿Qué se me da bien?”. La respuesta a las tres preguntas, en mi caso, sería “Ir al cine” si no fuera porque para que el Ikigai esté completo implica también algo de servicio a la comunidad. Tendré que trabajar en eso, pero no me alejo del cine.
Y como cosa pendiente, aparte de ir a Japón en cuanto me toque la lotería, me muero por probar el pastel de queso japonés, me han dicho que en Barcelona se puede encontrar en más de un sitio. Así que se admiten consejos si alguien lo ha probado.

Y entre lluvia detrás del cristal y música que acaricia el alma, me despido de vosotros esperando que tiréis del hilo rojo para acercar a quien queráis, os levantéis de tan buen humor por las mañanas que ni os planteéis buscar vuestro Ikigai, porque sabéis que ya lo tenéis y sobre todo como siempre, sed felices.


EL CREADOR DE DISTOPÍAS

  Tengo un amigo que ama las distopías. Escribe sobre ellas y parece que todo lo analiza con precisión quirúrgica, cuando lo imagino delante...