lunes, 27 de noviembre de 2017

INSPIRACIÓN

Mis musas están de huelga. O de vacaciones. Hace unos días que no vienen a verme como suelen hacer.
Normalmente me visitan en sueños. A veces en el duermevela, esa frontera mágica entre las seis menos diez de la mañana y las seis y trece. Cuando vienen en sueños, suelen estar felices. Me llevan de la mano a mil sitios y tiempos distintos. Con ellas he tomado champán helado bajo la nieve del cielo ruso. He visto auroras boreales y les he silbado una canción para que bailen para mí. Una vez fuimos a un 4 de Julio a ver los fuegos artificiales desde la orilla de un lago. Y en otra ocasión fumamos opio en un barrio poco recomendable. Vi América antes de ser descubierta por Colón. Y vi también como limpiaban la guillotina después de decapitar a María Antonieta. He visto océanos enfurecidos y he oído como el canto de las sirenas desviaba a marineros que se dejaban llevar por la magia. Conocí a la señora que le hacía la colada a Leonardo Da Vinci. Y acaricié a los gatos de Cleopatra.
Una vez les pregunté a mis musas por qué no me llevaban a los momentos claves de la historia. Por qué no podía ver a Napoleón, conocer a Da Vinci y no a su criada. Ellas se enfadaron conmigo. Y estuvieron un tiempo sin venir. Pero como las musas aprecian la adoración y yo las adoro me perdonaron y volvieron a inspirarme. No volvimos a hablar del tema hasta que una tarde tomando café en el Algonquin de Nueva York me preguntaron. “¿Entiendes ya por qué no conoces a ningún famoso en tus sueños?”
Yo no podía mentir a la fuente de mis inspiraciones y negué con la cabeza. Ya está, pensé. Han vuelto a enfadarse.
“Estás demasiado contaminada con la realidad para ser capaz de ver la belleza. Los humanos estáis cegados por la fama. Pero la inspiración viene de los pequeños gestos. Cuando despiertes Dorothy Parker se sentará en tu misma silla con sus amigos y charlarán de arte, de literatura y se emborracharán. Hace tiempo que no la visitamos porque sabemos que no nos necesita. Ella ha encontrado la inspiración porque sabe mirar al mundo y hacerse las preguntas correctas. Las musas nos escondemos en los detalles. Los gestos de los humanos. Estamos justo antes de que estalle la revolución. Visitamos a Cervantes antes de que escribiera la primera línea del Quijote. Le aconsejamos a Stan Lee que siguiera soñando en superhéroes. Estábamos allí cuando los dueños de la sopa Campbell contrataron a Andy Warhol.
Pero tú no puedes inspirarte en las grandes figuras. Debes beber de la misma fuente que los inspiró a ellos. Debes contactar con la esencia, con lo cuotidiano. Mira la taza de café de la mesa vecina y piensa qué decisión estaba tomando esa señora. O qué fue lo que pensaban en las cocinas de Versalles mientras arriba había música en el salón de los espejos. Fíjate en los detalles”.
Y lo intento. Juro que lo intento. Por eso me gusta observar e inventar historias. Pero las añoro a ellas. Aún no estoy lista para volar sola. Un día lo haré, pero aún necesito que me cojan de la mano y me guíen por el mundo. Si en sueños, veis a mis musas, decidles que las echo de menos. Y mandadles recuerdos. Yo las espero detrás del arco iris.
Os deseo una semana llena de inspiración y de paseos por la cara oculta de la luna. Sed felices.



lunes, 20 de noviembre de 2017

SOMOS LO QUE VEMOS

Mi mente a veces juega a ser rara, quiere ser original y se pone a crear mundos con un código único.
Por ejemplo, asocio imágenes con palabras, cuando pienso en la palabra “Tristeza”, viene a mí una imagen de un domingo de niebla espesa y calles vacías. Cuando pienso en la palabra “Aburrimiento” veo un desierto infinito, dentro de un lento reloj de arena. Los aromas de vainilla y canela los asocio con la gente que me gusta. Y el sabor del chocolate negro lo identifico con la tentación. Las primeras notas de la canción “Take Five” de Dave Bruebeck me aseguran que voy a pasar un buen rato. Y los carteles de las películas en el metro me prometen viajes a lo desconocido.
Y es que nuestra mente, nuestra vocecilla interior, es la responsable de que vivamos las cosas de una manera o de otra. Por ejemplo, puedes ir a un mercadillo, dar una vuelta, tomar un café y volver a casa. Y aquí se acaba todo. Has visto lo que te muestran. No has comprado nada, o quizá sí. Un cuadro de madera que tiene dos años y está fabricado en China, imitando un cartel de los años 50 en Norteamérica. También lo venden en Ikea.

O puedes darte una vuelta por los mercadillos de segunda mano. Y vivirlo. Si yo tuviera un puesto en uno, regalaría el relato de cada objeto expuesto.
Por ejemplo, este reloj sólo marcó las horas felices. No funciona pero son las 3 y 10 como en el cuento de Benedetti, se quedó parado aquí porque fue la hora más fantástica de su existencia. Cómprelo y seguro que algo bueno le pasa a esta hora. Eso sí, debe mirarlo cada día, un reloj se deprime cuando no lo miran y tiende a señalar sólo las horas amargas.
Quédese con este pañuelo, cada vez que lo ponga alrededor de su cuello va a sentir que es sábado por la tarde y oirá una melodía de Gershwin. ¿No le gusta Gershwin? Entonces pruebe con esta bufanda, se quedó anclada en un concierto de los Rolling en el año 1979. Va a pasarlo usted genial, ya me contará.
Si se lleva este juego de café, cada vez que lo utilice le llegaran imágenes del líquido que contenga la taza, yo una vez tomé un café tan fuerte que viajé a Colombia desde mi salón. Fue bonito, pero me resfrié. Un paisaje precioso, eso sí.
¿Este espejo? Es un poco peligroso. Refleja las vidas que no hemos vivido. Sólo debe comprarlo en dos situaciones, la primera que esté usted perfectamente feliz con sus decisiones vitales. La segunda que sea usted profundamente infeliz con ellas. En el primer caso se dará cuenta de la suerte que ha tenido con los caminos escogidos. Pero si es usted infeliz, puede ver sus otras vidas como si viera la televisión. Para entretenerse un poco. Y quién sabe si en algún momento le inspirará para vivir su vida como quiera. Ya sabe que todo lo que usted desee está a una decisión de distancia.
Veo que le interesan los libros antiguos. Estos le contaran historias interesantes, no tienen nada de sobrenatural, pero al mismo tiempo tienen toda la magia de un libro ¿qué más podría pedir? En el fondo un libro es el objeto más poderoso que existe, pero también el más complejo, no todo el mundo sabe utilizarlo.
No compre esta alfombra. Está maldita. Se pierde y aparece en los lugares más insospechados. No sé que hace aquí, la verdad es que no quería venderla. Hace años que la tengo encerrada en mi armario de cosas para reparar, pero aparece aquí cada domingo. No se deje engatusar, está tejida con la seda de Cachemira y parece una ganga, pero le va a traer más de un dolor de cabeza, sobre todo porque cuando se pierde nunca regresa vacía. Una vez vino con un señor desconcertado, otra con una moneda celta y otra, para mí la peor, vino con día perfecto de verano, desde entonces nunca he podido vivir otro igual, ya que todos los comparo con aquél. Llévesela y no me la pague, me sentiría mal cobrando por ella.

Creo que con este extraño post, lo que quiero decir es que somos lo queremos ver, y vivimos lo que queremos vivir. Nadie debería conformarse sólo con lo que se muestra a simple vista, eso reduce la vida a simple existencia. 

Sigo con mi lunes, le doy un descanso a mi mente y me pongo a trabajar. Mi reloj aún no marca las 3 y 10. Os dejo con una orden que a la vez es un deseo. Soñad con aquello que deseáis. Y naturalmente, sed felices.


lunes, 13 de noviembre de 2017

COSAS QUE HACES UN FIN DE SEMANA LARGO.

Noviembre nos trae el final del buen tiempo. Y con eso los festivales de jazz, el cine, el aroma de castañas por las calles y las infusiones té con canela.
Voy a comentar alguna de las cosas que he visto estos últimos días.
Como una comedia siempre viene bien, me animé a ver el estreno de la nueva película de Berto Romero y Carlo Padial, “Algo muy gordo”. Pero no me reí mucho. Aunque tiene algún gag bueno, y se le nota la intención de comedia un poco distinta, me descolocó bastante. Berto por supuesto está impecable, pero es que mi debilidad por este señor no me deja tener ninguna opinión objetiva. La historia trata del rodaje de una película en “croma”, y puedes sentir la dificultad de los actores que trabajan con ese sistema. Todos los actores que salen son buenos pero siento decir que la película mejora bastante cuando Carlo Padial se retira y coge la historia Berto. Podía haber sido algo muy bueno y divertido, pero no. O quizá no supe entenderla. 
Decepcionadilla por esto, decidí hacer una doble sesión como cuando era pequeña y fui al estreno de “La librería” lo último de Isabel Coixet. Y tampoco me convenció. Empieza con un toque que recuerda un poco el ambiente de “Chocolat”, pueblecito cerrado donde se instala una librería. En el pequeño pueblo están reunidos todos los clichés del mundo. La viuda tímida y valiente, la niña despejada y descarada, el misántropo que en el fondo es una buena persona y vive dentro de los libros, la mala excelentemente vestida e impecablemente interpretada por Patricia Clarkson y el aprovechado vividor, traidor y malísimo de la historia. Abusando de las pausas dramáticas, y con personajes más planos que las extensas llanuras de La Mancha, casi me duermo. Lo siento. Echo de menos a la directora de “Cosas que nunca te dije”. Echo de menos los diálogos buenos que no necesitan frases que parecen sacadas de una taza de Mr. Wonderful.
Y termino hablando de cine con algo que sí recomiendo.
“En cuerpo y alma”. Película búlgara de la directora Ildikó Enyedi. Con una deliciosa y atípica pareja protagonista que se atreve a superar las dificultades y lucha por conseguir la felicidad, que a veces es más sencilla de lo que parece. Un viaje por la soledad, el dolor y el amor. No voy a decir nada más. Hay que verla.

También cabe en mi fin de semana muy cultural algo de música. Dentro de los conciertos del festival Jazz Tardor de Lleida, ayer asistí al de Wallace Roney. Un trompetista y su quinteto que me hizo viajar en el tiempo y el espacio con una gran actuación en el “Café del Teatre”. Hay que mencionar la increíble interpretación del jovencísimo saxo Emilio Modeste, oiremos hablar de este chico.  Es difícil explicar lo que sientes cuando vas a un concierto de jazz y lo disfrutas. Empieza con las primeras notas y vienen las mariposas al estómago, después sin darte cuenta, algunas sintonías rescatan o descubren imágenes que a lo mejor tenías en tu cabeza o a lo mejor tu cabeza acaba de inventarlas para ti. Y lo mejor de todo, cuando los músicos se sueltan y tú te sueltas con la música y en tu mente las imágenes que veías son sustituidas por notas que se transforman en colores, sobre todo en color azul. Es como un gran final. Después la canción suele morir, y te sientes como si llegaras a la orilla después de hacer una gran travesía nadando a mar abierto. Cansada y feliz. 
Otra cosa que me seduce es cuando veo a los músicos salir a escena sin partituras. Con la valentía de empezar un viaje sin mapa y sin reserva de hotel para dormir. Y me viene a la cabeza una frase que me decía un amigo que toca la batería, “ensayar es de cobardes”.

Sé que os esperaríais que pusiera una canción de jazz para cerrar el post, pero también sé que nadie la va a escuchar, así que elijo una canción de una de las películas que vi. Esta semana salid a escena sin partituras y sed valientes, pero sobre todo sed felices.


martes, 7 de noviembre de 2017

El agua no está tan fría.

A veces en la vida se te cruza un instante en que todo puede cambiar. O no. Instantes en que la decisión y la duda se baten en un duelo a muerte.
¿Habéis estado alguna vez a punto de tiraros a una piscina y os habéis parado a mirar el agua? Por un período pequeñísimo de tiempo, tu cerebro está evaluando si el agua estará fría o no y durante ese momento también decides lanzarte, aunque no seas consciente de ello. Pero si dudas demasiado, te echas atrás.
Eso es lo que quiero decir. A veces el destino te lanza llaves para abrir puertas que te desvían de tu camino. Y tú coges la llave al vuelo o la dejas caer. No es mi intención ponerme metafísica pero es que la metafísica me encanta. Siempre he creído que las puertas no aparecen por casualidad y que tú eliges y al mismo tiempo no eliges abrirlas. Si las empujas se convierten en tu vida y si pasas de largo, una parte de ti pasa por ellas, ampliando así nuestro multiverso.
¿Tomo un café aquí y leo un rato o me voy a casa y veo una película? ¿Llamo a alguien para quedar o voy a molestarlo? ¿Me voy de viaje o me quedo y así ahorro? ¿Elijo comedia o drama?
Ayer estaba en una carretera, llevaba unos veinte minutos con la música fuerte y cantando. Llegué a un cruce y de repente pensé. A la derecha Francia a 50km, a la izquierda mis obligaciones a 126km. Y por un breve momento pensé ¿Y si…? Un coche detrás de mí tocó el claxon y como si despertara cogí el camino de la izquierda. Me despedí de mi instante de locura mirando el retrovisor y en la siguiente curva oí como una puerta dimensional se cerraba.
De camino a mi vida iba apoyando mi sensata decisión: la gente no hace eso fuera de las películas, ¿a quién conoces tú en Francia? Si no hablas ni el idioma, tienes 0 ahorros y tienes responsabilidades. Pero en un rinconcito de mi mente yo iba conduciendo un descapotable por una carretera secundaria del sur de Francia en una imagen muy mejorada de mí, sentía el aire en la cara y pensaba parar en el siguiente pueblecito para tomar una copa de vino en una terraza. No tenía planes, ni ninguna seguridad y sin embargo, me sentía tremendamente bien.
¿Habéis experimentado alguna vez esa sensación? No se trata de una vía de escape en un momento desesperado de tu vida. Al contrario, eres feliz. Pero por un instante, mucho menos de un segundo, piensas, el agua no estará tan fría.
Como una hora y media de viaje me da para mucho, me psicoanalicé, que es un hobby que tengo cuando conduzco. Y llegué a la conclusión de que me falta un gramo de locura. Me falta un poquito de empuje para hacer algo nuevo, para girar a la derecha y cogerme unas vacaciones sin permiso, para perderme y no saber a dónde voy, para romper un poco la rutina.
Había señales en el camino, el jueves pasado perdí mi agenda y la encontré ayer por la noche. Estoy pensando seriamente en prescindir de ella. El mundo tampoco se va a acabar por eso.
Para esta semana os deseo muchas puertas para elegir, momentos en los que gana la decisión y matáis la duda y una página en blanco para llenarla de locuras. Yo prometo intentarlo. Y naturalmente, sed felices.




EL CREADOR DE DISTOPÍAS

  Tengo un amigo que ama las distopías. Escribe sobre ellas y parece que todo lo analiza con precisión quirúrgica, cuando lo imagino delante...