martes, 30 de mayo de 2017

Divagaciones desde la piscina.

¿Qué es lo que os hace levantar por la mañana? No me vale el tengo que ir a trabajar para pagar las facturas, eso nos convertiría en autómatas. Me refiero a esa chispa, esa pequeña pasión que hace que el día sea más brillante. Las pequeñas y grandes metas en la vida. Esta semana pasada he estado siguiendo a Kilian Jornet desde la comodidad de verlo todo por Internet y he visto que ha subido al Everest. Dos veces. La primera con un virus intestinal. De esos que cuando yo los tengo me dejan con cara de “voy a hacer testamento, dejo mi colección de insultos creativos y frases irónicas a quien los aprecie”. Y él va y sube una montaña. La montaña. Después quiso batir su propio récord y volver a subir, sin virus y en menos tiempo. Y eso me hace plantearme algo. Y ahora ¿qué? Me muero por saber cuál es el próximo proyecto de Kilian. A mí me da que ahora tendrá un bajoncillo. Una sensación de vacío. Por eso de “Lo he hecho todo. No puedo superarme.” “¿Qué haré ahora con mi vida?” Seguiré las vivencias de este chico, a ver qué tal. Yo creo que tendrá que hacer algo muy distinto, como camarero en un bar de costa, en agosto y con sueldo mínimo, o gogó en Ibiza. Después de subir el Everest, ya tiene el terreno conquistado, hay que abrir horizontes.
Naturalmente nunca he sentido ese tipo de vacío. Mis grandes metas, son cosas sencillas como aparcar bien a la primera, no enfadarme cuando alguna abuela se me cuela en el supermercado, o no darle un guantazo a alguien que me trate de usted. También tengo cosas como ir de lunes a viernes al gimnasio, cosa que no cumplo desde hace tiempo, no gritar a mis alumnos cuando me preguntan ¿y de qué me va a servir la ortografía/historia/literatura…? O simplemente escribir algo cada día, esto último lo sí lo cumplo desde hace poco, pero lo cumplo.
  
Ayer en la tumbona de la piscina me puse a pensar que el fracaso en el fondo no es tan grave, siempre que no te quite la costumbre de luchar, que ir fallando alguna vez puede que no esté tan mal. No es el fin del mundo. Como dice Samuel Becket “Fracasa otra vez, fracasa mejor”. Los pequeños fracasos nos ayudan a querer superarnos y eso nos hace despertar con más ilusión por la mañana. Porque en el fondo, querer hacer algo bien, soñar en algo y trabajar para ello, requiere pasión. Y con pasión, quizá no subamos al Everest, pero cuando consigamos lo que queremos seguro que nos sentimos como si lo hubiéramos hecho. Mira que motivadora me siento hoy. Voy a suavizarlo con una canción que se me pega cada vez que la oigo, pero después de un fin de semana en la playa, es un bálsamo para mis oídos. Digamos que es una canción “afterbeach”, como el “aftersun” que te aplicas cuando te quemas con el sol.

Os dejo tranquilos hasta la semana que viene. Escalad sueños, soñad deseos y sed felices. 


lunes, 22 de mayo de 2017

Lunes que soñaban ser viernes.

Lunes en que despiertas y hueles el mar, lunes que creías que eran viernes pero no, porque tienes que coger el coche y volver al interior ya que la vida real te reclama. Como yo soy muy de que la vida real no me estropee mi fantasía, digamos que por dentro sigo oliendo la sal. Asocio la costa con la libertad, con las vacaciones, con los buenos ratos.
Aunque me encantaría que algún día vinierais a pasar un tiempo en los paisajes que tengo montados en mi cabeza. Mi perfecto retiro vacacional tiene un poco de todo. Para los momentos de relajo, tiene una cama balinesa a la sombra, y el aire huele a vainilla y a coco. La música la pone alguien a quien le suena el “Rat Pack”, y las bebidas me las prepara Dean Martin. Siempre hay alguna exposición o algún acto cultural cerca, para cuando el alma quiere empaparse de belleza. Y un libro en el bolso. Aunque ahora mismo soy una lectora en busca de autor. Es lo que pasa cuando terminas con una historia que te gusta. Vas dando oportunidades de volverte a enamorar, pero cuesta.
No hay gritos en las cafeterías y la música latina está prohibida, a no ser que sea de Compay Segundo o similar. Las charlas con conocidos son amenas y alegres. Con la gente nueva, están llenas de historias desconocidas y antiguas, de misterio y tradición.
Aunque dudo que ninguna agencia de viajes me consiga un paquete vacacional que se adapte a mis sueños, me encantaría que algún día pudierais ver el mundo como lo veo yo.
Y como hoy el día está tan claro y azul que puedo ver las vacaciones cerca, os cuento mis planes para dentro de 5 segundos o 5 días, según vea.
Primero, aligerar equipaje. No me refiero a cerrar el pasado ni nada que suene a auto ayuda, sino a no llevar un bolso de Mary Poppins de donde puede salir una tirita en caso de urgencia, o un hacha tamaño mediano por si hay que cortar alguna rama.
Segundo, renovar la música que escucho. Aunque mantendré algunas canciones insustituibles, es hora de abrir mis oídos. Acepto sugerencias.
Tercero, encontrar algo que valga la pena escribir, cada día de mi vida. Empezando por hoy.
Y por último, ser feliz, más feliz. A pesar de todo. A pesar de las noticias, del mal café, de las conversaciones tediosas y de los días grises.

Os dejo con una pieza musical que me gusta, y mejora con el volumen muy alto y cuando la vida te presenta un giro de guión. Sed felices.


lunes, 15 de mayo de 2017

Meditación y miedo

Cuando llega el buen tiempo, me lleno de buenas intenciones. El año pasado intenté meditar. Eso de posición “Flor de loto” y pantalones de yoga. Pues descubrí que era otra de las cosas que se me daba mal. Hay dos posibilidades de fracaso cuando meditas, y yo, las experimenté ambas. Mi primer fracaso, es que un día casi me duermo. Y pensé, o soy muy aburrida por dentro o no estoy hecha para esto. Mi segundo fracaso fue que en el intento de “limpiar mi mente de todo pensamiento”, empecé a pensar. Os transcribo uno de mis intentos de meditación. Que sin duda no irá a parar a ningún manual. Pero así os hacéis una idea de cómo funciona mi cabeza.
“Limpia tu mente… que poco me gusta limpiar, pero ¿Y lo bien que queda luego? Aunque es peor planchar, y en verano no digamos. Con lo que avanza el mundo ya podrían inventar la ropa auto-lavable-planchable, pero no, vamos a buscar agua a Marte. ¿Quién quería ir a Marte? Ah sí Elon Musk, hay que ver que listo es ese hombre. Me gustan los hombres listos. Como Carl Sagan. Y lo bien que le quedaban los cuellos altos. A quien también le quedaban bien es a Cary Grant, ¿Cary era listo? Pues no sé, pero guapo sí. Se enamoró de Sofía Loren creo, y Sofía se fue con Carlo Ponti. El amor es ciego. A mi si Cary me dice ven lo dejo todo. Hace mucho que no veo una peli de Cary Grant, voy a poner una”.
Y hasta ahí mis intentos de ser alguien más zen.
Este año he decidido no meditar. Si me sale tan mal a lo mejor es señal de que no lo necesito. Pero sí que he decidido, no pensar mucho en las cosas. Normalmente cuando me sucede algo nuevo o cuando tengo que tomar una decisión, vienen a acompañarme mis miedos y nos tomamos unos cafés juntos. A mis miedos los conozco desde siempre, y  aunque hemos crecido juntos, los muy cabritos están en mejor forma que yo. Creo que mis miedos son tan fuertes porque hacen pesas a escondidas. Pero he tomado una decisión. Voy a cortar con ellos. Me dará pena y sé que insistirán en hacerme creer que están ahí para protegerme. Al fin y al cabo, el miedo está muy relacionado con el instinto de supervivencia. Pero a veces el miedo se enamora de ti y no te deja ser libre. ¿Queréis saber algo paradójico? “Juan sin miedo” era mi cuento favorito de pequeña. Me lo leía mi abuela muchas veces para darme la cena. No estaría muy orgullosa de mí ahora.

Os dejo para que penséis en vuestros miedos o para que les digáis adiós. Y os dejo con otro señor por el que tengo cierta debilidad. Alan Alda cantando en la película de Woody Allen "Todos dicen I love you". Sed valientes y felices.


lunes, 8 de mayo de 2017

Madrid y los fantasmas del arte.

Acabo de pasar un interesantísimo fin de semana en Madrid, ciudad que me robó el corazón la primera vez que la visité y sigue haciéndolo cada vez que vuelvo. Esta vez no he visto nada de jazz en directo, que es donde suelo acabar las noches madrileñas. Pero en lugar de eso he quedado con uno de mis más antiguos amigos, que por cuestiones del espacio tiempo no solemos coincidir demasiado. Pues desde aquí lanzo una ola de agradecimiento a él, a su paciente marido y a sus encantadores amigos, por los buenos ratos pasados.
Mi plan inicial fue ver el Museo del Prado. Y lo hice, pero cometí un error de principiante y no me preparé la visita. Así que al cabo de un rato y antes de ver “Las Meninas” o la “Rendición de Breda” ya estaba cansada de chocar con gente. Hoy no voy a hablar de eso.
El destino quiso que coincidiera con una exposición de Picasso, en el Museo Reina Sofía. “Piedad y terror en Picasso: el camino al Guernica”. Ya había visto el cuadro antes. Pero a lo mejor por la preparación psicológica de la expo que desemboca en el gran final, o a lo mejor porque estoy más sensible, la verdad es que me emocioné. Y pensé que a veces el arte, SÍ necesita explicación. Más allá de la representación pictórica de las emociones, está la historia. Una historia triste y llena de horror en este caso. Es distinto ver el Guernica a ponerte delante y sentirlo, a oír los aviones y los gritos y a empatizar con el dolor de los civiles, que son siempre los que sufren en las guerras de otros.
A parte de esta exposición reconozco que me fascina la macabra historia del Reina Sofía. Antiguo sanatorio, vagan por sus pasillos cuando cae la noche sus fantasmas. Siempre espero ver tras una ventana o al girar un pasillo a las tres monjas de ronda, de quienes se cuenta que están enterradas bajo la puerta del museo, o a Ataulfo, el demente asesino que murió allí. Casi mejor que no me lo encuentre, porque se ve que el hombre acostumbra a ser portador de malas noticias. Buscad la historia en Google, que es extensa y curiosa.  

Os dejo, con vuestros propios fantasmas, reales o imaginarios, hablad con ellos que a veces sólo vienen porque se sienten solos. La canción que os propongo hoy, es de un loco, o no tan loco, que le pone un anillo de pedida a la Cibeles, no podía ser otra. Sed felices. 


lunes, 1 de mayo de 2017

Entre el sueño y la vigilia.

Hay un terreno extraño entre el sueño y la vigilia. Caben mundos enteros ahí dentro. Generalmente es un territorio que amanece con los restos de nuestros sueños, con imágenes que sólo son reales mientras nuestro cerebro flota en tierras desconocidas y fantásticas. Esta mañana por ejemplo en mi territorio particular estaba un mundo con dos lunas, una máquina del tiempo y los calzoncillos de Jason Statham. Pero eso sólo dura unos instantes, al menos en nuestra mente consciente. Después entran en el campo de batalla elementos de lo que conocemos como el “mundo real”. La luz del sol, la alarma del despertador y mi antifaz de dormir que se ha dado la vuelta y me deja con la imagen de un pirata de cuento. Hay un momento en el que tomas consciencia del todo. Y ves que los sueños, sueños son. Se produce entonces un desvanecimiento de ese mundo fantástico donde damos rienda suelta a nuestros deseos y la realidad gana la partida.
Doy importancia a los sueños. No los analizo, ni busco en internet que quiere decir soñar con arañas. Pero hasta hace poco cuando despertaba los mandaba vía Whatsapp a un par de amigos. Lo fuimos dejando poco a poco. Quizá porque nos levantamos con más prisas, o porque no tenemos tiempo de soñar demasiado. Aún así, si los sueños son curiosos o salen alguno de mis amigos se los envío de buena mañana. Hace poco Lluís pasó una noche entera enseñándome a disparar para sobrevivir en un distópico futuro, mezcla de Mad Max y de Walking Dead.
Quizá porque los sueños son una parte importante de mi mundo, una de mis novelas gráficas favoritas (antes los llamábamos Tebeos) es “The Sandman” de Neil Gaiman.
El protagonista, una representación entre humano y Dios es hermano de la familia de los “Eternos”: “Destino”, “Deseo”, “Muerte”, “Destrucción”,  “Desespero” y “Delirio”.
Os preguntaréis por qué a alguien como yo, con pinta de leer libros de autoayuda, estaría interesada en pasar una mañana buscando cómics en una librería. Pues para empezar, porque odio los libros de autoayuda, y para continuar, porque le debo a Neil Gaiman que me devolviera la fe en la ficción. Pero sobre todo por sus fantásticas frases, de esas que cuando las lees te ponen la piel de gallina o te hacen sentir mariposas dentro. Tengo una extraña relación con este autor. Me gusta tanto que soy incapaz de leerme todos sus libros. Hasta que no publique algo nuevo, tengo un par en reserva sin leer. Por si un día necesito una dosis de magia en mi vida.
Como estamos a lunes festivo, no me voy a alargar más. Os dejo con vuestros sueños, esos que se viven dormidos y despiertos. Yo me quedo en ese portal entre la vigilia y el sueño, esperando que un día gane el bando onírico, y seamos inmortales. La canción de hoy es rara. Nastassja Kinski en una película que creo que sólo hemos visto el señor Coppola y yo, bueno y puede que nuestras respectivas familias. Disfrutadla. Seguid soñando y sed felices. 


EL CREADOR DE DISTOPÍAS

  Tengo un amigo que ama las distopías. Escribe sobre ellas y parece que todo lo analiza con precisión quirúrgica, cuando lo imagino delante...