domingo, 26 de julio de 2015

Chicas en biquini y chicos bailando el twist.


Hoy nos ponemos esa camiseta Tiki que normalmente nos da corte, unas gafas oscuras, cambiamos los zapatos por las chanclas asesinas y nos vamos de chiringuito. Soy muy fan de los chiringuitos. Bueno, con matices. Me gusta la idea de chiringuito porque implica vacaciones, sol, piscina, cerveza y  generalmente unas croquetas. No soy muy de playa, lo reconozco. Me asustan las medusas, los niños con palas y cubos de plástico, bueno, los niños en general, los móviles con altavoz y la canción del verano.
Como justamente quería hablar de la “Banda sonora estival”, mesonero, póngame una caña fresquita y allá vamos.
Parece que en verano, nadie tiene ganas de pensar demasiado, y eso se traslada a la música. El verano eterno, surf, chicas en biquini y chicos bailando el twist. Pero como la vida real no es una película de los 60, vamos a centrarnos.
Un buen éxito del verano debe tener un estribillo pesadito, una letra que aunque no tenga sentido incluya las palabras “tú y yo”, “sabrosa”, “gozar”, “bailar” y “amanecer” o “Noche loca”.
Tan sutil como eso. Como fondo pongamos una percusión potente que ahogue la voz del cantante con lo que sólo escuchemos una de esas palabras cada diez segundos. Vamos al vídeo: chicas en biquini, (sí, como las suecas de los 70, pero con más tetas), chicos que… no importa, porque total nadie los va a mirar, siempre que haya chicas en biquini. Si sale un coche, que sea descapotable o limusina. Si no en yate. No estamos para tonterías. Y si pensáis que eso es malo, recuerdo hace unos años, Georgie Dann dedicaba canciones a hombres negros que no podían y a barbacoas.
Mis canciones del verano son muchas y variadas. Y cuando digo variadas, quiero decir que puedo escuchar a François Hardy, a Chet Baker o a Maroon 5. No importa, siempre y cuando me gusten. Y aunque tengo casi tolerancia cero a la música latina o a Enrique Iglesias, como es verano y estamos en el chiringuito, voy a ignorar mi parte snob y disfrutaré del momento. Así que, hacedme un favor, apagad el móvil desde el que me estéis leyendo, mirad a vuestra izquierda o a vuestra derecha y elegid a la primera persona que veáis, no importa que la conozcáis o que no, invitadla a una caña, o a un café. Entablad conversación, criticad la música, hablad de fútbol o de cómo ha perdido Fernando Alonso, o recomendadle mi blog, haced algo que no haríais. La cuestión es que los días pasan volando, y tenemos que aprovechar el momento. 

Os dejo con la canción que sonaba en mi portátil mientras tecleaba el blog. “La revolución sexual” de “La casa azul”. Sed felices. 


sábado, 4 de julio de 2015

Yo no quería leer el periódico en 15 días...pero a la que te despistas, pasan cosas.

No sé si alguien se ha dado cuenta ya, pero estamos involucionando. Esta semana se ha aprobado la polémica y maligna #leymordaza. Y sé que os preguntáis: ¿en qué va a afectarme a mí?
Pues depende, si eres el perfil de persona que se levanta con ganas de ver el resumen de “Supervivientes” o vas a las discotecas a saludar a los tronistas de “HMYV”, en nada. Tú a lo tuyo. Si este no es tu caso, en todo. Desde ahora protestar es ilegal. No hagas fotos a los policías, no te manifiestes cerca del senado o congreso, no participes en sentadas ni ofrezcas resistencia pacífica, ni protestes contra los desahucios. Mejor cállate. Sé gris. No pienses y sé feliz. Si puedes.
Creo que ya lo he contado antes, pero de pequeña mis padres me llevaban de manifestaciones. Tenía tan asumido que era una medida de presión, que una calurosa tarde de julio, organicé una para pedir un helado de postre. Mis primos, mi hermana y yo armados con hojas de libreta “marchamos” desde mi habitación al comedor gritando “Hace calor queremos un polo”. Nunca el Popeye de naranja me supo tan bien. A victoria. A haberme ganado el derecho a saborearlo.
Pero hoy, los niños crecerán con ciertos recortes de derechos. Y lo malo es que se acostumbrarán a pensar que las cosas son así y no pueden cambiarlas. Lo dijo alguien, no sé quien, pero es peor el que no hace nada ante una mala acción que quien la perpetra. Allá nosotros y nuestra conciencia.
Estoy de vacaciones, y durante este tiempo no leo periódicos ni miro noticias, aún así, este año, los atentados, la crisis griega y la ley mordaza, me han impedido desconectar.
Aunque, siempre atenta a las ganas de disfrute, me escapé al cine a ver “Ahora o nunca” vehículo de lucimiento de Dani Rovira. No pude evitar compararla con “Airbag”. Y naturalmente salió perdiendo. Aquí también veo que hemos involucionado. Es ese humor blanco, donde un chico hace lo que puede por llegar a su boda. Pero sin transgresión, con chistes aptos para casi todos los públicos. Sin chispa. En cambio en “Airbag”, había una despedida de soltero en un puticlub, y salían mafiosos, drogas y naturalmente infidelidades. Recordemos donde se alojaba el anillo de que buscaban los protagonistas.
Conclusión, que nos hemos suavizado. No es que defienda el humor soez, pero si ni tan siquiera el humor es capaz de atravesar ciertos límites, ¿qué será de nosotros? Estamos a punto de convertirnos en secundarios de una película de Paco Martínez Soria, como dijo mi hermana sabiamente.

Os dejo, sigo mis vacaciones, caminando por los magníficos caminos y vericuetos de la #valldeboí, tomando alguna caña en la terracita al anochecer, quejándome del calor y esas cosas. Voy a aprovechar estos días que son como una siesta, un paréntesis de la vida misma. Después seguiré leyendo el periódico cada mañana, y poniéndome las manos en la cabeza, atenta a esta extraña involución que me ha tocado vivir, y pensando en cómo ponerle remedio. Sed felices. 

EL CREADOR DE DISTOPÍAS

  Tengo un amigo que ama las distopías. Escribe sobre ellas y parece que todo lo analiza con precisión quirúrgica, cuando lo imagino delante...