jueves, 19 de diciembre de 2013

Millonarios en ilusiones


Dicen que los momentos difíciles agudizan el ingenio.
Este es el segundo año que en Balaguer, donde yo vivo, hay poquísimas luces de Navidad. Por la crisis. Pues bien, como alternativa han puesto un montón de estrellas de cartón plateado. Por un donativo que va destinado a una maratón benéfica, escribes tu nombre en la estrella y la cuelgan en el paseo. La verdad es que la primera vez que lo vi, era una mañana gris del año pasado y pensé, “hay que joderse, que pobres somos”. Pero un día al salir del trabajo, había oscurecido y las estrellas plateadas brillaban reflejando la luz de las farolas. La verdad es que me encantó. No somos pobres, pensé, es sólo que no tenemos dinero. (Frase que me aplico a mí misma constantemente).
Pues eso, mi pueblo está lleno de estrellas plateadas con nombres escritos y verlo me pone de buen humor.
Hay otras cosas que me hacen feliz en estos días. Escuchar los villancicos clásicos de Diana Krall, Michael Bublé o Harry Connick Jr. Aprender a hacer canelones con mi madre. Sí, aprendo cada año, porque nunca, nunca me saldrán como a ella.
Quedar con amigos. No con esos que no ves en años porque no tienen tiempo, o porque la vida es así y habéis perdido el contacto (nunca he creído en esa afirmación), sino con esos que están en contacto siempre contigo, aunque vivan lejos. Y aunque estén muy atareados. Aunque sólo hables con ellos por whatsapp o por el face.
Mirar películas rituales. Sí, esas que repito año tras año en vacaciones: “Que bello es vivir”, “Love Actually”, y los especiales de Navidad de Dr. Who.
Elegir una agenda nueva. Y esperar que se llene de cosas interesantes y no sólo citas obligadas.
Hacer una lista de buenos propósitos, tacharla y quemarla, porque este año pienso hacer lo que me de la gana.  
Valorar a la gente positiva, por ejemplo a Albert y sus chistes en facebook. Reconozco que me encantan, hasta los malos.
Aprovecho esta entrada en el blog, para desearos una muy feliz navidad, llena de estrellas plateadas que bailan de noche con nombres escritos. Llena citas interesantes. Llena de besos y abrazos. De regalos, de canciones y de películas con finales felices. Y espero que todos seáis millonarios, sobre todo en amigos e ilusiones.

lunes, 4 de noviembre de 2013

I want to believe..¿o no?


Mis domingos por la tarde, suelen ser muy tranquilos. El domingo, no es un día que me guste especialmente, yo suelo ser más de lunes. Normalmente, suelo pasar la última tarde del fin de semana entre “zapping”, siestear y leer. Los días más vagos gana el “zapping”, esos en que no tienes sueño pero tampoco tienes ganas de pensar mucho.
Y así, una de esas tardes fui abducida. Por la tele. En plan “Poltergeist”. Sí, fui a dar con un programa, con pinta de documental, llamado “Generación Alien”. Y me enganchó. Resulta que hay aliens. Por todas partes. Desde siempre. Son discretos eso sí, y suelen darse paseos por la América rural. Hay aliens de todas formas y colores. Pero todos vienen en platillos redondos. Siempre de noche. Vete tu a saber, si los dinosaurios no fueron también aliens. Sí, hace poco vi “Pacific Rym” y también me afectó.
Resumiendo, de “Generación Alien” pasé a ver otro programa “Expediente no resuelto”, donde ya tenía que haber cambiado de canal, pero como he dicho antes, estaba abducida y no era dueña de mi voluntad. Pues, allí, los misterios que no se han resuelto, también casi todos en a América rural, siempre tienen una conclusión, el pobre campesino, ganadero o encargado de gasolinera acaba la entrevista diciendo: “No se que fue, pero seguro que no era de este mundo”. Chas, chas...Aliens. Así que puestos a perder el tiempo, esa tarde me dispongo a hacerlo a lo grande. Y voy a internet donde busco más sobre el tema. De allí, que es lo que tiene la red, voy de una página a otra, leo dos recetas de magdalenas, un artículo de política, la crítica de una película y después doy, con las teorías de la conspiración.
Que hay muchas y variadas. Y resulta que no todas están en la América rural. Desde el “Yo acuso”  de Emile Zola, a la operación MK Ultra, desde las operaciones de bandera falsa a los asesinatos de importantes personajes como Kennedy o Luther King. Lo leo casi todo. No me entero de casi nada. Apunto mentalmente que quiero leerlo con más calma. Y me doy cuenta de tres cosas. Una, que casi ha pasado la tarde del domingo y no ha sido tan aburrida como esperaba. Dos, que nada es lo que parece. Y tres, que la gente quiere creer en teorías misteriosas para explicar lo que puede que sea perfectamente habitual. Pero también me asusto, al ver que algunas teorías no me parecen descabelladas. Será que sigo abducida. Y visto el peligro de dejar el cerebro en "stand by" delante de la tele...El domingo que viene puede que vaya al cine. O a dar una vuelta. O leeré una buena novela. O salgo a tomar unas cañas. Pero me prometo mentalmente no dejarme abducir más.  

lunes, 30 de septiembre de 2013

Pantalla blanca, butaca roja.

Me enamoré a muy temprana edad. De Gene Kelly. Llevaba una foto suya del periódico en mi carpeta de inglés. Después fueron Cary Grant, Frank Sinatra y Burt Lancaster.
Empecé a ver películas en la tele. Cuando sólo había dos canales.
Pero la primera vez que fui al cine está grabada a fuego en mi memoria. Doble sesión. “La cenicienta” de Disney, doblada en Puerto Rico creo, y “El planeta de los simios”.
No echemos cuentas. Por supuesto que las películas no eran de estreno, porque yo no había nacido cuando se estrenó ninguna de las dos.
Pero eran principios de los setenta. Y puede que fuera la fiesta mayor de mi pueblo, o puede que yo esté mezclando mi memoria con alguna escena de película costumbrista.
Mi amor por el cine, aumenta de grado al poder ver las historias en pantalla grande.
Recuerdo coleccionar unos artículos que salían en “La Vanguardia” escritos por Terenci Moix, “Mis inmortales del cine”, donde te contaban la vida, filmografía y algún que otro cotilleo de rodajes de grandes divas y divos de Hollywood. Bueno, no todo era Hollywood, porque también salieron Anna Magnani y Sarita Montiel.
Sí, entonces mis divas eran Bette Davis, Rita Hayworth y naturalmente Marilyn Monroe.
A medida que me hice mayor, seguí yendo al cine, a ver las novedades y estrenos. En los tiempos en que la sesiones de cine eran dobles, y, al menos en mi pueblo, podías repetir película, si te había gustado mucho.
Recuerdo que los veranos, había un día dedicado a un maratón de terror. Podías entrar a las 4 de la tarde y salir a las 6 de la mañana. Creo que nunca me quedé a verlas todas pero sí aguanté heroicamente unas cuantas películas seguidas.
También asistí a una película de cine a una peseta. Era el centenario de unos cines y la entrada sólo costaba una peseta. Pero no te podían dar cambio así que tenías que dársela justa a la taquillera.
Yo vi “La diligencia” de John Ford. Claro, todo eran películas antiguas.
Resumiendo, que el cine, como los libros y la música, han formado un importante papel en mi educación.
Pero ahora el cine está en crisis. No de ideas, que puede que también, ya que últimamente hay mucho “remake” suelto, en crisis, porque la gente no va.
Y cada vez cierran más salas, el aumento del IVA con la consecuente subida de precios, las descargas de internet y los canales de pago donde puedes ver cine de estreno en muy poco tiempo.
Pues me da pena. Creo que por cada cine que cierra a “Clarence” se le cae una pluma de sus alas. (vaaa... que la referencia es facilona). Por cada sala de cine que muere, se cierra una puerta  que te lleva a  otro mundo. Ya nadie verá allí su primera película, y ningún chico trabajará los fines de semana vendiendo palomitas, ninguna otra pareja vivirá allí su  primera cita, ni se quedará la gente sentada al terminar la película y encender las luces, porque ha llorado tanto que a todos les da vergüenza salir a la calle. No es ficción, me pasó una vez. La sala estaba medio llena y nadie salía. Vino el acomodador a ver que pasaba porque la gente esperaba para entrar al siguiente pase.
Pues eso, que sí, que hay multicines. Y también me gustan, pero a veces las distribuidoras se olvidan de películas pequeñas, de versiones originales, o de maratones de terror, de comedia o de western.
Mi consejo para este otoño, es que por favor, mientras caen las hojas y el viento empieza a soplar, resguárdense en un cine. Vayan a ver algo que nunca elegirían, déjense sorprender, si les va la comedia, vayan a ver terror, si les va la acción vayan a ver un drama, o una de dibujos animados. Pero vayan al cine, y cuando apaguen las luces, y sólo estén ustedes y la pantalla, déjense llevar. Es su momento. Feliz otoño.




domingo, 25 de agosto de 2013

Mosaico.

Cuando llega septiembre, al volver a las clases hay una escena que suele repetirse año tras año hasta la eternidad. Redacción. Título: “Cómo ha sido mi verano”.
Creo que los profesores al volver a trabajar tienen el cerebro aún lleno de arena, aroma a crema de coco, zapatillas de trekking y algún mojito de terraza nocturna. Y claro, siempre se aferran a las clásicas fórmulas, hasta que el cerebro esté adaptado al horario escolar.
He corregido un montón de estas redacciones. Y, generalizando bastante, podría decirse que se dividen en dos tipos. La primera, una retahíla de cosas que se han hecho, escritas con escasa emoción, para llenar las 15 o 20 líneas  obligatorias. La segunda, es cuando el alumno elige un momento del verano y lees 20 renglones donde se puede narrar desde un partido de fútbol, un día en la playa, la cómica caída de la abuela, una tarde de cine, o una excursión en bici.
Las segundas son mis preferidas. No suelen estar bien escritas pero son el reflejo de algo valioso, algo que este chico o chica recordará siempre. Y suelen estar llenas de repeticiones y de pasión.

Creo que si tuviera que hacer una de estas redacciones ahora, se convertiría en un mosaico. Una pared compuesta de piedrecillas con imágenes individuales que conforman una imagen mayor. Al acercarte más, verías momentos y personajes. Girasoles a pie de carretera. Tentación de parar y recogerlos. Adoro los girasoles, hasta los pintados. Pero si los recojo morirán, así que los dejo pasar. “Singstar”, aunque siempre me ganen. Lo paso bomba, en serio. Aunque creo que lo mejor es la compañía, soy muy tímida, y creo que no cantaría delante de cualquiera, por eso, gracias a Antía y Javito por algunos de los ratos más divertidos del verano. La voz de Norah Jones en la radio. El color lavanda. La luna llena. Los viejos capítulos de “Frasier”. Cantar mientras conduzco, este verano alternando Cole Porter y Belle and Sebastián, así, sin orden. Aunque también Will.I.am y Britney Spears, lo confieso. Los mensajes de whatsapp de dos amigos a quien quiero tanto que a veces los echo de menos si pasan un día sin escribirme. El encuentro 20 años después con Juan Ramón, que marcó uno de los mejores momentos de mi verano. Espero no tardar otros 20 años en reencontrarnos. El chocolate de lima y té verde. La tarde de recetas mejicanas con Argy, este hombre tiene que hacer un blog de cocina ya. Los cafés especiales de vainilla de Jorge, que ríete tú de los de Starbucks. Un baño en el mar, mientras llueve. Un vino blanco en Sitges. Tom Harrell. Caminar por la montaña. Las rebajas. Piscinas de agua helada. Las cañas a la hora de comer, las comidas improvisadas. La cerveza Alhambra, ¿Cómo no la había probado antes?       
El blog de Juan Echanove, que hará que me aficione a la buena comida. La última temporada de “Mad Men” que voy viendo racionada, para que dure un poco. Las conversaciones de cine. (Nota mental: ver “Los ríos color púrpura”). Un corte de pelo radical que acabó con mi melena de años. Las nubes que tapan estrellas fugaces cada año por San Lorenzo, esté donde esté. Los libros de Glenn Cooper. Los sudokus y crucigramas. Las charlas con mi hermana que pueden ser de fantasmas, de calvinismo, de viajes en el tiempo, de política, de religión o de pintauñas. La física cuántica. Doctor Who. Los helados de “After eight”. El hielo cuando hace calor. Los niños que molestan en los bares mientras sus padres los ignoran. Charlie Sheen. El horario del gimnasio que no he visitado desde julio, colgado al lado de mi cama. Los zapatos de tacón que no me he puesto... y mucho, mucho más.

Al alejarte el mosaico es una foto de mi, porque todos estos momentos, forman parte de mis recuerdos, y como en el fondo no somos más que un puñado de historias, todos estos momentos son yo misma. El verano termina, seguid fabricando recuerdos, son los que dan sentido a vuestra vida.

viernes, 24 de mayo de 2013

Crimen y castigo



  
Últimamente los ánimos están caldeados. Ayer por la tarde rompí las normas hablando de temas serios delante de una caña. Comentando una serie de tele, acabamos debatiendo la pena capital.
El caso es que estoy muy en contra de la pena de muerte. Y creo que vista la imperfección del ser humano, no deberíamos aplicar medidas tan definitivas.
Lo curioso es que siempre que he discutido con alguien del tema, la gente me sale con:
-Si hicieran algo malo a mi familia yo querría que condenaran a muerte al culpable.
Claro. Todos querríamos. Ese instinto protector hacia los nuestros es un rasgo que nos hace grandes.
Pero en la vida nada suele ser blanco ni negro. Y la ley de Talión, esa de ojo por ojo y diente por diente, podría ser peligrosa. Aunque podría verse como un intento de igualar el crimen con el castigo, yo lo veo más bien como una mutación del juez en criminal.
No creo que sea justo que te pongan en situación de opinar con ese tipo de chantaje sentimental. Porque si dices que no matarías al culpable la gente te mira como pensando
“¿No quiere a su familia?”, y te conviertes en un malo insensible que no quiere castigar a nadie con la silla eléctrica. Pues claro que querría castigar a quien hiere a los míos. Pero no confundamos justicia con venganza.
En fin, rebatí las opiniones de mi interlocutora apelando a la imperfección y a la maldad humana. Cualidades muy extendidas.
Imagina que alguien por lo que sea, quiere incriminarte. Imagínate que eres inocente. Pero todo, absolutamente todo apunta a ti. Incluso salen unos testigos afirmando haberte visto cometer el crimen. Ahora imagina que no eres tu el incriminado, sino que es tu hija, hijo, marido o hermano. Tu no puedes hacer nada porque todo apunta a uno de tus seres queridos. No tienes dinero ni recursos. Tampoco tienes tiempo para luchar.
Te aplican la pena de muerte. Ya está. Definitivo. No hay vuelta atrás.
Ahora imagina un estado que amplíe la aplicación de la pena de muerte a delitos como pensar algo diferente, como querer a alguien de tu mismo sexo, como cometer adulterio. Recuerdo que en algunos países se lapidan a las mujeres que han sido violadas, y que son acusadas de adulterio.
Cada uno tiene sus opiniones y todas deben ser respetadas. Pero me da miedo la gente que está muy segura de sí misma.
Otro día hablaré de música, lo prometo.
Feliz viernes.

miércoles, 24 de abril de 2013

Matar dragones.

El día de Sant Jordi en Cataluña se celebra el día de la rosa y el libro. Aunque últimamente todos compramos, regalamos y recibimos más o menos de todo, lo típico es que el hombre regale una rosa a la mujer y la mujer un libro al hombre. En mi opinión todos deberíamos regalar libros y rosas, pero éste ya es otro tema.
El caso es que ayer 23 de abril, estaba yo haciendo cola para pagar un libro. Delante mío, dos chicas de unos 14 años, vestidas con el uniforme del colegio. Una de ellas llevaba en la mano el libro "Los juegos del hambre", y la otra nada. La que llevaba el libro tenía la cara llena de pecas y su cabello recogido se iba soltando por los tironcillos nerviosos que ella misma se daba mientras avanzaba la cola. 
Les toca. El chico de la caja, un altísimo rubio de unos 18, las saluda y les pregunta a que hora salen de clase.
"A la una", contesta la pecosa.
"¡Que bién vivís!"
"Pero a las tres volvemos a entrar"
El chico les sonríe mientras les devuelve el cambio. Pequeño silencio incómodo, mientras la chica de las pecas se saca un paquete de la mochila.
"Es que tengo algo para ti".
Es un libro, intuyo, envuelto para regalo que el chico recoge y guarda debajo de la caja inmediatamente.
"...Ah..."
El chico, se queda pasmado y no dice nada. La verdad es que no he oído decir "Gracias". 
Las chicas se van. Me toca. Lucho por callarme. Por no decirle al chico que aunque la chica no le guste, podía decir un "Gracias, os invito a algo por la tarde". O un "Que detalle, muchas gracias"...
Y que la "no-reacción" que ha tenido ha sido bastante penosa.
También lucho por que no se me escape la sonrisa ante la cara de incomodidad del jovencito.
La verdad es que me dan ganas de seguir a la chica y felicitarla por haberse atrevido a regalar el libro. Y que si él no la llama para darle las gracias no vale la pena preocuparse por muy rubio vikingo que sea.
Sin darme cuenta estoy andando detrás de las dos chicas. No oigo lo que dicen pero estan charlando y riendo. Y caminando. Puede que un poco más apresuradas de lo normal. (Claro que hay una mujer rara que las sigue desde la librería). Parecen dos chicas de instituto perfectamente felices. Pero me doy cuenta de un sutil detalle. La amiga de la pecosa le ha dado palmaditas a la espalda en más de una ocasión mientras van calle abajo. Y veo que la chica está decepcionada pero sigue caminando y sonriendo.
Ojalá en un futuro le regalen montones de rosas y libros. La verdad es que se los merece. Por hacer lo que quería hacer. Por ir a por el dragón, aunque le de miedo. Y por enseñarme que aunque las cosas no salgan como uno quiere, hay que seguir.
Caminando y sonriendo. Así es la vida.

martes, 19 de marzo de 2013

All you need is love.


Como mañana llega la primavera, hablemos de amor. No, de amor, no. Hablemos de romanticismo. Cada uno es romántico a su manera.
Yo por ejemplo, aunque soy una gran fan de las novelas de Jane Austen, donde todos acaban bien casados, no soy nada ñoña. Así, si voy al cine, prefiero que me hagan reír, sin importarme demasiado si los protagonistas acaban juntos. Si leo un libro en que veo demasiado las intenciones del autor de emparejar a algunos personajes, les cojo tirria. Si estoy viendo una serie de asesinos, de mafia, política o de historias de hoteles, la trama romántica de los protagonistas suele aburrirme bastante.
Hay personajes a los que suelo coger manía por costumbre.
Las estereotipadas mujeres inteligentes que caen a los pies del macho alfa en una situación de peligro. Los amores que superan las distintas clases sociales en plan cenicienta y príncipe. Las parejas que discuten cuando se conocen y por milagro del guión después resulta que eso les pone un montón y acaban casándose. La típica patito feo que se quita las gafas, y se suelta el moño y enamora al jefe/príncipe. O, y este es mi preferido para aborrecer, el macarra que se enamora de verdad y se vuelve bueno.
¿Mi situación romántica preferida?. Pues la que nace del azar, por ejemplo. Los personajes divertidos. Los personajes listos. Sí, la inteligencia y el humor me seducen.  Y una de mis comedias románticas  preferidas,(más comedia que romántica, hay que decirlo) es “Avanti” donde Jack Lemon y Juliet Mills se encuentran una vez al año en Ischia, y luego vuelven a sus vidas. Del gran maestro Billy Wilder.
Como personaje de ficción inteligente, de pequeña estaba enamorada de Sherlock Holmes, y un poco de Moriarty, porque al fin y al cabo también era listo.
Y si tuviera que elegir mi historia de amor preferida, me quedo con “El fantasma y la señora Muir”, con Rex Harrison y Gene Tierney. Un placer para los sentidos. 
Nada más por hoy sólo me queda desear una feliz primavera a todos. Con mucho amor, pero del bueno.  

martes, 26 de febrero de 2013

De sombras grises y trilogías.


El pasado fin de semana aproveché el sol de mediodía y fui a tomar un aperitivo a una terraza. Periódico en mano y saltándome las noticias que no me gustan, creo que los sábados no son aptos para política y economía, salté directamente a las páginas que podrían darme algún buen rato, o sea a deportes y a cultura.
En la lista de los libros más leídos de ficción, tanto en catalán como en castellano, me encontré con que lidera dicha lista el Sr. Grey y sus ya famosas sombras.
Lo intenté, de verdad que intenté dejarme seducir por el perverso encanto de Christian, pero no pasé del primer encuentro sexual con la encantadora e inocente Anastasia. Se ve que este libro está escrito para excitar la imaginación de las mujeres. Pues yo no pude concentrarme, porque la verdad es que está mal escrito de cojones. (Con perdón). Además el rollito este tan americano de chica ingenua con millonario, poderoso y convenientemente soltero...me cansa.
Claro que tendría que leerlo todo para poder opinar, pero como dijo alguien sabio, “la vida es muy corta, ¿de verdad quieres pasarla leyendo algo malo sólo para poder criticarlo? Búscate algo que te guste y léelo para poder disfrutar”.
Este libro, éxito de ventas, resulta que tiene dos partes más. Porque ahora se hace así. Las editoriales te contratan para packs de tres. Y me parece perfecto si realmente tienes algo que contar, pero la mayoría de las veces, si el primer libro es bueno, el segundo decae y se centra en detalles innecesarios para llenar el espacio, y ya en el tercero se nota que el escritor se ha quedado sin la idea original y han destrozado lo que podía ser una historia perfecta, por pensar sólo en los éxitos de ventas. Creo que los editores han sido sustituidos por empresarios. Y puede que resulte en algunos casos, a nadie le gusta fracasar, pero siempre he creído que para ser editor hay que tener un sexto sentido y quizá un poco de suerte.
Pues nada, voy a leer un rato. Les aconsejo que hagan lo mismo. Por si alguien se lo pregunta tengo dos libros empezados uno de Murakami y otro de Stephen King. Y es que aunque no me haya seducido Grey, creo que hay que estar abierto a todo tipo de lecturas. ¡Que lo lean ustedes bien!

viernes, 25 de enero de 2013

PIJAMAS DE FELPA.



Lo mejor es vivir el presente. Quizá porque el futuro nos viene muy incierto y porque el pasado ya no existe. Pero hoy me he despertado un poco nostálgica. A veces un detalle pequeño te traslada a otros tiempos y revives los momentos con un realismo exquisito.
Esta mañana, al despertar he puesto la radio, y la primera canción que ha sonado ha sido el “Good morning” de “Cantando bajo la lluvia”.  Y plas en un instante he sido una niña de diez años con pijama de felpa, recién duchada y esperando la película de Sábado Cine en el sofá.
Y después, a éste se han sumado otros recuerdos. Los dolores de barriga fingidos los domingos por la noche para no ir a clase los lunes, los libros de “Los cinco” y de “Torres de Mallory” donde Enid Blyton daba lecciones de moralidad oxidada y nos enseñaba la diferencia entre el bien y el mal. De esos libros, siempre me quedaba la curiosidad de que era la “cerveza de jengibre” que bebían todos los niños ingleses, pero cuando muchos años más tarde descubrí que era  lo mismo que el ginger ale y que iba fantástico para la resaca perdió todo su encanto. También recuerdo las películas musicales, como “Hello Dolly”, “Brigadoon”, “Mi hermana Elena” o “Siete novias para siete hermanos”  y siempre pensaba que la vida real sería mucho mejor si en un momento dado te pusieras a cantar y bailar por la calle.
Pero de mi infancia recuerdo sobre todo los veranos. Mi abuela, como buena abuela de verano reunía a todos los primos y nos llevaba de vacaciones a su pueblo. Y allí éramos todos un poquito más libres. Eran tres semanas de bañarnos en barrancos, porque pobre mujer, como iba a pagar la entrada para la piscina de todos, eran las interminables siestas obligadas donde ella dormía 20 minutitos escasos, y nosotros nos escapábamos arrastrándonos por el pasillo para ir al cuarto de juegos. Los bocadillos para cenar, los helados almendrados del sábado, el porrón con vino y gaseosa, y sobre todo ir a buscar agua con el cántaro a la fuente. Eran veranos de los años setenta, pero el agua la bebíamos de la “font de caps” de Tremp. Comprar agua embotellada era impensable.
La espinita que tenían las vacaciones eran que no teníamos tele, y yo los sábados por la tarde oía la música de “Vacaciones en el mar” de los vecinos y me ponía mala. Había en casa, una radio antigua de esas grandes con cuatro botones blancos, y la primera vez que la vi, recuerdo haber pensado que al ser la radio tan vieja sólo emitiría programas antiguos. Hay que decir que no era la niña más lista del mundo, y cuando escuché una canción de Miguel Bosé creí que había ocurrido un milagro o que se había producido un colapso espacio/tiempo. Bueno no lo pensé así, porque insisto en que muy lista no era, pero cuando entendí que la radio emitía en tiempo presente, me decepcionó un poquito.
Pues sí, hoy me apego al sentimiento de veranos de sol e inviernos en pijama viendo la tele en el sofá. Mañana será otro día, como decía Scarlett.

EL CREADOR DE DISTOPÍAS

  Tengo un amigo que ama las distopías. Escribe sobre ellas y parece que todo lo analiza con precisión quirúrgica, cuando lo imagino delante...