domingo, 13 de junio de 2010

Amigos.

Valoro mucho la amistad. Soy de las fieles. De las que cree que un amigo sí es un tesoro, y que la amistad es como una planta que hay que cuidar, porque si no, muere. Durante la vida se tienen pocos amigos de verdad. De esos que si una noche vas a su casa con un saco y les pides que te ayuden a enterrarlo, no te hacen preguntas y conducen hasta New Jersey con un par de palas en el maletero. Vale, eso no me ha pasado, pero nunca se sabe.
Digamos que mis amigos han estado allí cuando me costaba sonreír, y algunos han logrado el milagro. He compartido buenos y malos momentos. He aconsejado y me han aconsejado, a veces delante de un bourbon, a veces delante de un café con hielo. Incluso cuando estaba de viaje, a veces he pensado, esto le encantaría a fulanito, le tengo que decir que venga...Vamos, que mis amigos son parte esencial de mi vida.
Pero, ¿qué pasa cuando la química desaparece? Y no hablo de amor, que conste. En la amistad también se necesita química.
Pero a veces, sin más ni más, las llamadas se van espaciando, ya no te ves nunca y siempre te despides con la misma frase. “A ver cuando quedamos”.
Alguien me dijo, que cuando un amigo no te aporta nada es mejor renovar las amistades. No puedo estar más en desacuerdo. Un amigo no tiene porque aportarte nada. Está ahí. Con una pala. (Vale, dejo el tema de la pala, pero es que estaba mirando “los Soprano”).
Pero volvamos al tema. A veces, en medio de una conversación te das cuenta de que hay un muro de cristal que atenúa el sentido de las palabras, o que hay más tópicos y frases hechas de los que se pueden aguantar en una charla. Entonces, debes hacerte unas cuantas preguntas. ¿Desde cuando está ahí ese muro? ¿Vale la pena derribarlo? ¿En el otro lado estarán intentando derribarlo también o sólo estás tu dando cabezazos contra la pared?
Tu eliges. Yo de momento me quedo con los buenos momentos pasados con esa persona, y si bien me da pena, seguiré caminando, aunque tenga que ir mirando el muro de vez en cuando por si hay una rendija. Nunca se sabe.

EL CREADOR DE DISTOPÍAS

  Tengo un amigo que ama las distopías. Escribe sobre ellas y parece que todo lo analiza con precisión quirúrgica, cuando lo imagino delante...